Nos conocimos hace más de 20 años durante nuestra formación MIR y como mi residente mayor, fue una de las personas que me enseñó a operar en mis inicios. Le debo el conocimiento de muchos trucos quirúrgicos, pero sobre todo aprendí de él la paciencia y el buen humor ante la adversidad.

Cuando supe que iba a dejar el hospital en el que trabajaba para dedicarse a la estética, el corazón me dio un vuelco pensando que podría venir a trabajar conmigo y como otros sueños que hemos cumplido juntos, este también se hizo realidad.

Le quería tener en mi equipo por muchas razones, pero una muy importante era su experiencia en estética tras su bagaje en la cirugía reconstructiva post oncológica, en traumatismos y parálisis facial.

Esta actividad no solo le hace un experto en armonía y estética sino que también ha hecho que desarrolle una sensibilidad especial a las necesidades de nuestros pacientes, y le ha convertido en un médico empático y lleno de humanidad y cariño… Y esto es esencial en nuestra casa…

Me siento afortunada de tenerle conmigo, seguro que cuando le conozcáis entenderéis de que os hablo…