Radicales libres y estrés oxidativo, son solo dos expresiones, pero tras ellas se esconde uno de los fenómenos que más efectos deletéreos tiene sobre nuestro organismo, responsable en gran medida del envejecimiento prematuro y de la aparición de las líneas finas y las arrugas.
Pero ¿qué causa esta oxidación de las células de la piel y cómo podemos protegernos de sus efectos
Estrés oxidativo, un desequilibrio en el organismo
Para comprender el estrés oxidativo, es necesario volver al funcionamiento básico del cuerpo.
En el corazón de nuestras células se encuentran las mitocondrias, que crean energía a partir del oxígeno del aire y la glucosa que ingerimos. Pero este proceso de creación de energía también genera lo que se denomina radicales libres, que son moléculas inestables porque carecen de un electrón.
Por lo tanto, la situación es paradójica: los radicales libres son inevitables y necesarios para ayudar al cuerpo a reaccionar ante ciertos virus o bacterias, pero también pueden hacer que nuestras células no funcionen si las atacan con demasiada frecuencia.
Eso es precisamente el estrés oxidativo: cuando los radicales libres superan a los antioxidantes, lo que significa que no se pueden neutralizar, produciéndose el envejecimiento cutáneo prematuro.
¿Cómo afectan los radicales libres a la piel?
Si el estrés oxidativo repercute en todo el organismo, a nivel cutáneo, los radicales libres favorecen el envejecimiento actuando a varios niveles.
Por un lado, reducen la producción de colágeno y elastina por parte de los fibroblastos, lo que reduce la elasticidad de la piel y favorece la aparición de arrugas.
Por otro lado, oxidan la elastina y el colágeno, lo que los vuelve rígidos y quebradizos. Además, también oxidan los lípidos de la piel alterando así la película hidrolipídica, es decir un desequilibrio en la barrera protectora cutánea, permitiendo el paso de ciertos patógenos y la evaporación del agua, lo que hace que la piel sea más seca y reactiva (propensa a la inflamación).
También participan en la sobreproducción de melanina, responsable de la aparición de manchas y, por último, se combinan con ciertas enzimas capaces de degradar el colágeno de la piel.
¿Se pueden evitar los radicales libres?
La respuesta es no. Pero, lo que sí se puede hacer es aumentar las reservas antioxidantes del cuerpo y llevar a cabo tratamientos que protejan la piel.
A nivel alimenticio, se recomienda una dieta rica en antioxidantes, presentes principalmente en frutas, verduras y legumbres.
Sin embargo, la piel es el último órgano en beneficiarse de lo que comes. Por eso, si quieres resultados y retrasar el envejecimiento, tienes que combinar la dieta con la aplicación de tratamientos médico-estéticos y una rutina facial adecuada que potencien el sistema antioxidante
Factores agravantes del estrés oxidativo
La edad
La capacidad del cuerpo para producir moléculas antioxidantes disminuye naturalmente con el tiempo.
La piel también produce radicales libres cada vez que es agredida, lo que se traduce en inflamación. Es el caso de determinadas enfermedades cutáneas, como el acné, pero también de determinados productos o gestos demasiado agresivos.
Para evitar que los radicales libres oxiden la piel es crucial la incorporación de activos antioxidantes, como la vitamina C, a la rutina facial.
Además, como éstos degradan el colágeno, te recomendamos tratamientos inyectables estimulantes del colágeno, como los nucleótidos de croma, ideal para corregir arrugas finas, como las patas de gallo, o arrugas de las mejillas que empiezan a surgir por afinamiento de la piel. Los nucleótidos restablecen el tejido y van borrando las arrugas poco a poco.
En definitiva, mejoran la calidad de la piel. Eso sí, sin agregar volumen como los rellenos dérmicos tradicionales.
Otros factores externos
Otros factores externos, como el tabaco o la contaminación, así como la exposición solar sin protección, provocan la creación de radicales libres y éstos penetran profundamente en la piel.
Como resultado, las fibras elásticas de la dermis se alteran, provocando la neosíntesis de fibras elásticas anormales. Un proceso similar al de la elastosis solar inducida por UV. Esto conduce a la producción de un material elastótico que ha perdido las propiedades de la elastina que se acumula en la superficie y agrava la apariencia de piel de naranja del envejecimiento fotoinducido.
Además, hay que tener cuidado con el efecto acumulativo ya que, el consumo de tabaco junto con la exposición regular al sol, son los dos principales factores del envejecimiento prematuro de la piel.
En este caso, la radiofrecuencia fraccionada con agujas es el tratamiento idóneo.
Se trata de un cabezal constituido por 36 microagujas en el que se puede elegir a qué profundidad van a insertarse, cuánta energía vamos a utilizar, y durante cuánto tiempo se va a entregar esta energía, de modo que podemos personalizar el tratamiento no solo para cada paciente, sino también para cada zona del rostro en función de las características de la piel.
Éste estimulará la producción de colágeno, elastina y ácido hialurónico mejorando la calidad de la piel. Se requieren de 3-4 sesiones. La síntesis de colágeno será evidente entre un mes o mes y medio y el resultado se apreciará hacia los 3 meses.