La periodista Magdalena Fraj ha contado con mi opinión para hablar sobre lo que llamamos la huella estética, la “marca” que pueden dejar los primeros tratamientos de medicina estética en un rostro a largo plazo.
Por un lado, está la huella estética por residuo o acumulación de producto, que puede tener una connotación negativa si: los tratamientos no se han realizado correctamente o los periodos entre ellos han sido demasiado cortos. En el primer caso, las secuelas por errores de aplicación pueden mantenerse en el tiempo, sobre todo para inyectables que no tienen “antídoto” como es la hidroxiapatita de calcio.
En estos casos si el organismo no ha podido eliminar por completo el producto o la inyección ha siso reiterada sin mantener los periodos de degradación del mismo, la sustancia inyectada permanece y se traduce en una modificación del rostro más permanente. En el caso del hialurónico esto es menos frecuente porque existe la hialuronidasa que tiene la capacidad de destruirlo.
Por otro lado, la huella estética que procede de la regeneración de los tejidos como consecuencia de los cuidados y efectos positivos de los productos cuando un rostro tiene unas características genéticas desfavorables y se trata precozmente, podemos conseguir modificaciones o guiar el envejecimiento con tratamientos orientados desde el primer momento a la mejora de las proporciones faciales o de la calidad de la piel.