La cosmeticorexia se define como la compra compulsiva de cosméticos y la adicción a sus principios activos, sobre todo, los de antienvejecimiento.
Si realizas esta práctica, tu piel, en vez de verse cada vez mejor, lucirá más opaca con el paso del tiempo.
En los últimos tiempos, la industria beauty y cuidado de la piel han experimentado un crecimiento significativo, y el mercado ofrece una amplia gama de productos. A menudo, puede resultar desafiante determinar cuáles son los más adecuados para satisfacer nuestras necesidades específicas en lo que a skincare se refiere.
Principalmente, nos preocupa garantizar una hidratación adecuada. Además, observamos una tendencia hacia productos cada vez más enriquecidos con formulaciones más precisas. Por lo tanto, buscamos una variedad de tratamiento que contengan ingredientes activos, en parte enfocados a la acción anti-aging, tales como el ácido hialurónico, el colágeno, las células madre, los péptidos o el retinol.
Cuando nos encontramos frente al escaparate de productos, algunas personas solicitan orientación sobre su tipo de piel y adquieren los productos sugeridos, mientras que otras experimentan con diferentes opciones hasta encontrar la que mejor se adapta a sus requerimientos.
También hay quienes empiezan a adquirir lociones, cremas y otros productos, sin importar si son adecuados o no para su piel. ¿Te sientes identificado con algunas de estas situaciones?
Entonces, podrías estar padeciendo cosmeticorexia, una adicción a las cremas que debes vigilar.
¿Qué es la cosmeticorexia?
La cosmeticorexia se define como la compra compulsiva de cosméticos y la adicción a sus principios activos, sobre todo, los de antienvejecimiento.
Si realizas esta práctica, lo que puede ocurrir es que tu piel, en vez de verse cada vez mejor, luzca más opaca con el paso del tiempo, se obstruya el poro por la sobresaturación de producto e, incluso, que se exacerben enfermades dermatológicas previas.
¿Cómo tratar la cosmeticorexia?
Siempre recomiendo no querer comprar el último lanzamiento en lo que a cosméticos se refiere, ni tampoco dejarse llevar por los productos que le van bien a un ser querido, sino darle a tu piel lo que necesita.
Y, por supuesto, acudir a un dermatólogo o médico estético para que pueda analizar tu piel y poder crear una rutina facial con tres o cuatro productos específicos adaptados a sus necesidades.
Este gesto, ser constante y mantener esta rutina facial a lo largo del año, harán que la piel luzca saludable, radiante y joven. Recuerda, en muchas ocasiones, menos es más.