Seguramente a menudo veas artículos o noticias sobre los efectos del azúcar en el organismo en general, pero desde el punto de vista de la medicina estética y la dermatología hay un aspecto más concreto que nos interesa especialmente y que te vamos a contar en este post: cómo afecta el azúcar a la piel.
Lo primero que tienes que saber es que el consumo de un exceso de azúcar tiene consecuencias para todo el organismo y también para la piel. El aumento de glucosa provoca lo que se conoce como glicación que acelera el envejecimiento cutáneo.
¿Cómo afecta el azúcar a la piel?
Cuando tomamos un exceso de azúcar o alimentos con alto índice glucémico (es decir que elevan mucho la glucosa en sangre) se producen dos efectos:
1 – Glicación
Por un lado, el aumento de glucosa hace que esta se pueda unir a proteínas como el colágeno o la elastina, produciéndose un fenómeno llamado glicación o glicosilación que provoca la aparición de AGEs (Advanced Glycation End Products) que provocan inflamación, oxidación y deterioro a nivel celular.
Cuando el colágeno se glicosila, su estructura se altera y la piel se muestra menos elástica y turgente apareciendo la flacidez y las arrugas.
Estos AGES, además, tienen la capacidad de desactivar los antioxidantes naturales de la piel haciéndola más sensible a todo tipo de daño.
2 – Aumento de la insulina
Por otro lado, hay un aumento de la insulina y del factor de crecimiento similar a la insulina que favorece la producción de sebo y el aumento de hormonas andrógenas que facilita la obstrucción de los poros y el empeoramiento de enfermedades como la rosácea o el acné.
¿Puedo tomar azúcar?
Tras saber cómo afecta el azúcar a la piel, seguro que la pregunta que te asalta en estos momentos es si puedes tomar azúcar sin que tu piel se resienta.
La respuesta es que se puede tomar azúcar, pero con moderación, ya que parte de la glicosilación que se produce puede ser compensada por el organismo.
El problema reside en la cantidad de dulce que se tome, que, si es elevada, sobrepasa estos mecanismos de compensación y entonces empieza a ser perjudicial.
También influye el tipo de dulce: los que elevan mucho el nivel de glucosa en sangre son más perjudiciales, como los azúcares refinados.
Lo que diferencia a los azúcares procesados es que, al estar compuestos por glucosa y fructosa, cantidades muy pequeñas pueden ocasionar grandes glicaciones de las proteínas de la piel y por tanto mayor daño.
Los azúcares naturales de los alimentos, como la lactosa de la leche o la fructosa de la fruta, son, comparativamente, menos malos porque suelen aportar agua, fibra (que hace más lenta la absorción de la glucosa), minerales y vitaminas o antioxidantes que, por sí mismos, compensan la glicación y protegen la piel.
Para los golosos lo más saludable son las frutas con bajo índice glucémico (que no suben mucho el azúcar en sangre), como son los orejones (albaricoque deshidratado), pasas, cerezas, melocotón, albaricoque o pera. Si tu gusto admite algo de acidez acompañando al dulzor, lo ideal sería el arándano.
También hay que tener cuidado, y consumir con moderación, con los alimentos salados procesados ya que suelen llevar azúcar añadido a pesar de que no se note en el sabor, además de ser pobres en agua y contener exceso de sal y grasas.
Por otra parte, los aditivos, conservantes y aromatizantes de los alimentos procesados son ricos en sodio, lo que hace que se retenga líquido y la piel aparezca inflamada, potenciando a su vez la inflamación de la glicación (por esta razón nuestra piel se somete a doble inflamación y se verá peor).
¿Qué podemos hacer para combatir los daños del azúcar en la piel?
Además de reducir su consumo, en casa es recomendable cuidar la piel con cremas con vitamina C, ácido glicólico y retinol.
Además, se puede compensar la toma de azúcar con alimentos ricos en vitamina B1 (huevos, carne, guisantes, nueces) y en B6 (salmón, hígado, pollo, avellana, nuez) porque inhiben la glicación y en vitamina C (cítricos, kiwi, pimientos, brócoli, fresas), porque son antioxidantes.
En la clínica, aconsejamos cuidar la piel con estos protocolos:
- Mesoterapia de vitaminas, aminoácidos y de estimulantes del colágeno, que ayudan a compensar el daño de la glicación.
- Láser de CO2 que regenera la piel eliminando las capas lesionadas y estimulando la producción de colágeno y elastina.
- Láser Neodimio Yag para favorecer la producción de estas proteínas.